Tiempo lineal que he pasado sin escribir.
Seguramente porque decidí centrarme en mi mismo hace ya más de un año.
Pero ha sido en el traspaso de este invierno cuando realmente he podido tomar consciencia de la cantidad de veces que hablaba y hablaba sin materializar en la tierra todo aquello que decía.
Creemos muchas veces que con poner frases bonitas, ya sea en el Facebook, o en cualquier medio que pueda ofrecer una imagen de ti, ya lo tenemos todo hecho. Quizá porque nos centramos más en la apariencia que en la transformación real de uno mismo.
Pero realmente lo aplicamos a nuestras vidas ?.
En mi caso ha sido que no. He necesitado bastante tiempo para ser consciente de ello.
Siempre había personas a las que culpar, siempre encontraba la posibilidad de quejarme de alguien, o del mismo sistema al que le exigía una responsabilidad que no me aplicaba a mi mismo en cada una de mis acciones.
Podemos hablar del cambio porque sentimos esa llamada espiritual, que aun sin saber con certeza, algo te dice que somos algo más, y que nos hace sentir el deseo de un mundo mejor.
Pero como dijo Gandhi, “ si quieres cambiar el mundo, empieza por cambiarte a ti mismo”, “debes convertirte en el cambio que deseas ver en el mundo”.
Hablar es fácil, mostrar eso que hablas, con tu propia vida es algo más complicado.
Cada vez tengo más claro que somos una semilla que viene a este mundo, el fruto que des, la herencia que dejes en este mundo, es todo aquello que hagas florecer con tu vida. Tu decides.
Hace más de 6 años que comencé a “peregrinar” junto a Inmaculada Izquierdo en la Escuela de Arte Terapéutico. Y bendito sea ese momento en el que tuve la oportunidad de “aprender” a verme y “desaprender” tantas cosas que no me lo permitían.
Hoy puedo decir que la única manera de vivir la espiritualidad en la Tierra, es viviendo de esta manera , que no es fácil, pero ya no puedes vivir de otra, a pesar de todo lo que se queda por el camino.
Ver lo que te gusta de tu vida y poder decir con la cabeza bien alta, ese soy yo, está muy bien. Pero ver todo aquello que te gusta menos y saber que está de tu mano transformarlo, sin juzgar, sin avergonzarte, sin castigarte, comprendiendo que esa experiencia ha sido para darte una maestría, saber cual ha sido y poder decir también con la cabeza bien alta, ese también soy yo, te hace digno, y puedes comenzar a vivir desde la responsabilidad y la gratitud.
Un abrazo desde el corazón
Asahago Juanjo Iglesias