Hoy leía en mi muro de Facebook una parábola que como todas tiene su mensaje. La parábola es la siguiente:
En el principio de los tiempos, se reunieron varios demonios para hacer una travesura. Uno de ellos dijo: "Debemos quitarles algo a los hombres, pero,¿qué les quitamos?".
Después de mucho pensar uno dijo: "¡Ya sé!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la puedan encontrar".
Propuso el primero: "Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo", a lo que inmediatamente repuso otro: "no, recuerda que tienen fuerza; alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está".
Luego propuso otro: "Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar", y otro contestó: "No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará".
Uno más dijo: "Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra". Y le dijeron: "No, recuerda que tienen inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad".
El último de ellos era un demonio que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás.
Analizó cada una de ellas y entonces dijo: "Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren".
Todos voltearon asombrados y preguntaron al mismo tiempo:
"¿Dónde?". El demonio respondió: "La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán".
Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.
Nos pasamos la vida buscando externamente. Tanto buscamos que nos olvidamos de nosotros mismos. Lo peor no es que nunca se encuentra la felicidad en el exterior, lo peor es que la gran mayoría se pasa la vida culpando en el exterior sus propias desdichas, sin entender que la vida es una gran avenida de espejos, y que en todos se refleja todo aquello que atraemos.
Si tu eres violento, tomarás la avenida de los violentos, y tarde o temprano te encontraras con una situación violenta que tú mismo has generado.
Si tu odias, tomarás la avenida del odio, y tarde o temprano te encontrarás con el odio que tú mismo generas.
Lo difícil no es lo que te encuentras, sino el comprender que lo que te encuentras es todo aquello que tú mismo generas. Lo fácil es culpar a los demás de eso que te has encontrado y que crees que no te mereces, porque si cada uno se mira a sí mismo y es capaz de enfrentarse, se dará cuenta que todo aquello que encuentra lo ha generado en algún momento de su vida. Si culpa a los demás su vida será un continuo lamento, adquiere el papel de víctima, y como no hay víctima sin verdugo, atraerá continuamente a sus verdugos para poder seguir lamentándose. Pero cuando sea consciente que con cada espejo, la lectura ha de ser, "que hay en mí que lo veo reflejado en esa persona que no me gusta nada", sólo en ese momento podrá comenzar a comprenderse y a cambiar en sí mismo todo aquello que no le gusta.
Lo terrible es que muchas veces, cuando es capaz de verse reflejado, y lo que ve no le gusta, el camino más sencillo es darse la vuelta y seguir buscando culpables ante todo eso que siguen generando.
La decisión siempre es nuestra.